El calentamiento del Ártico previsto por los modelos climáticos y que ya se está reflejando en las observaciones meteorológicas en aquella región del Planeta, podría verse compensado (en parte) por el crecimiento del transporte marítimo.

Según los autores de un estudio de investigación al respecto, la llegada de más azufre a la atmósfera y el depósito de carbón en las superficies nevadas o heladas, debería de atenuar el aumento de la temperatura en el Polo Norte, sobre todo conforme avance el siglo XXI.

Menor calentamiento, mayor impacto ambiental

Lo que podría ser una noticia positiva tendría el contrapunto de que el hecho de que exista un mayor tráfico de buques en la región ártica, implicaría que las probabilidades de que ocurriera un desastre ambiental aumentarían claramente.

La retirada del hielo marino de muchas zonas del Ártico está ya contribuyendo a que el tráfico marítimo empiece a utilizar rutas no conocidas o usadas hace siglos, cuando la banquisa ártica tenía una extensión mucho menor.

Carbón depositado en la nieve y el hielo

Este trabajo de investigación liderado por Scott Stephenson de la Universidad de Connecticut y que ha sido publicado en Geophysical Research Letters indica que con el previsible aumento en las emisiones, se producirá un incremento del carbono negro liberado.

El hecho de que dicho carbón negro hollín se asiente sobre superficies altamente reflectantes como la nieve o el hielo, provocará un descenso del reflejo de la radiación solar, implicando a su vez que las superficies mantengan más calor.

Más el efecto del azufre

Además, es conocido que las emisiones de dióxido de azufre liberado (un subproducto de la combustión del combustible) puede jugar un papel en el enfriamiento al fomentar la formación de gotas de nubes y la dispersión de la luz solar entrante.

Estelas de barco en la atmósfera

Al igual que se forman estelas de aviones por la condensación de la humedad en la atmósfera, el paso de los barcos por los océanos deja sus propias estelas, cuya visión desde la órbita terrestre ayuda a ubicar las zonas de tráfico marítimo.

Como es bien sabido, las partículas en el aire emitidas en el escape de grandes barcos (y aviones) atraen moléculas de agua, actuando como ‘semillas’, como núcleos de condensación de nubes.

La acumulación continua de gotitas en los núcleos de condensación de las nubes forma las nubes delgadas y estriadas que se llaman estelas o pistas de barco.

Cómo se hizo el estudio

El equipo de Stephenson realizó el estudio en un escenario “realista y robusto”, basado en otros estudios anteriores y utilizando un modelo de sistema terrestre totalmente acoplado, incluidas las emisiones proyectadas para el futuro comercio martítimo transártico desde 2006 a 2099.

Además de todo esto, tuvo en cuenta la naturaleza cambiante del hielo marino a lo largo de las estaciones y cómo eso puede afectar a la distribución de las rutas marítimas ya que influiría en dónde se depositarían las emisiones.