Impacto del COVID-19 sobre los sistemas de observación mundiales

Impacto del COVID-19 sobre los sistemas de observación mundiales

Ginebra, 7 de mayo de 2020 · La Organización Meteorológica Mundial (OMM) está preocupada por el creciente impacto de la pandemia COVID-19 en la cantidad y calidad de las observaciones y pronósticos meteorológicos, así como el monitoreo atmosférico y climático.

Las mediciones meteorológicas tomadas desde aeronaves se han desplomado en un promedio de 75-80% en comparación con lo normal, pero con variaciones regionales muy grandes. En el hemisferio sur, la pérdida es cercana al 90%. Las observaciones meteorológicas basadas en la superficie están en declive, especialmente en África y partes de América Central y del Sur, donde muchas estaciones son manuales en lugar de automáticas.

Los efectos del coronavirus COVID-19 en la meteorología

Los efectos del coronavirus COVID-19 en la meteorología

El impacto de la crisis del coronavirus COVID-19 en el campo de la meteorología va más allá de la pérdida de datos obtenidos de los vuelos comerciales, que os contábamos días atrás, los cuales son esenciales para los pronósticos de los modelos numéricos meteorológicos.

La paralización de la actividad humana en todo el Planeta trae más problemas: los científicos no pueden recopilar datos de series climáticas históricos o recónditas y la falta de mantenimiento pone en peligro algunas sondas y boyas.

Una reseña de Nature nos pone en sobre aviso sobre lo que puede ocurrir en las próximas semanas y meses.

La crisis del coronavirus COVID-19 reduce la fiabilidad de las previsiones meteorológicas

La crisis del coronavirus COVID-19 reduce la fiabilidad de las previsiones meteorológicas

La pandemia provocada por el coronavirus COVID-19 parece que también afecta de forma indirecta a la meteorología.

Las restricciones impuestas en el tráfico aéreo y la imposibilidad de recopilar datos meteorológicos por parte de las aeronaves en sus vuelos, implica que estas herramientas matemáticas están contando con menos información de partida, lo que a su vez provoca que la calidad del pronóstico sea peor.

Se estima que, en estos momentos, la información recopilada solo por el ECMWF es un 65 % menor que antes del inicio de la crisis.

Las temperaturas altas ralentizan, pero no paran al coronavirus COVID-19

Las temperaturas altas ralentizan, pero no paran al coronavirus COVID-19

Las temperaturas altas ralentizan, pero no paran la transmisión del coronavirus COVID-19. Así lo indica un nuevo trabajo de investigación realizado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Estados Unidos, que viene a complementar este otro que compartimos con vosotros días atrás.

En esta línea, las regiones del Hemisferio Sur, que acaban de entrar en su otoño meteorológico, han estado conteniendo mejor el avance del virus, un hecho que podría dar un vuelco en los próximos meses conforme se aproxime su invierno y llegue el verano al Hemisferio Norte.

El trabajo, ha cuantificado en cierta forma, la tasa de transmisión del COVID-19 en función de la temperatura.

El aumento de la temperatura y de la humedad relativa debe bajar el riesgo de transmisión del coronavirus COVID-19

El aumento de la temperatura y de la humedad relativa debe bajar el riesgo de transmisión del coronavirus COVID-19

No cabe duda de que el coronavirus, concretamente el COVID-19, copa la actualidad informativa de todo el Planeta. En cazatormentas, estamos tratando de seguir nuestra actividad con el ánimo de entreteneros, en la medida de lo posible, y de abstraerse de alguna forma de la cruda realidad.

Y muchos nos preguntáis si hay alguna relación entre la propagación o extinción del virus y las condiciones meteorológicas. Hemos investigado y sí hay algún estudio que indica que el aumento de la temperatura y de la humedad relativa del aire contribuye a reducir su transmisión.

Bajo nuestro punto de vista, el estudio de investigación no ha tenido tiempo suficiente como para cargarse plenamente de razones, puesto que alcanza pocos días de análisis, pero sí que puede ser un buen indicativo y podría tomarse como un halo de esperanza para que conforme el calor aumente durante los próximos meses, los contagios bajen en el Hemisferio Norte.