En primavera y sobre todo en verano, es habitual que se produzcan chubascos de barro en España a consecuencia de advecciones de aire sahariano acompañadas de inestabilidad en la atmósfera. A finales de abril de 2017 se produjo uno de estos eventos, tras un temporal muy duro del Sudeste que fue el que elevó el aire polvoriento a las capas altas de la atmósfera.

Los posteriores aguaceros, algunos tormentosos, trajeron el consiguiente barro, tan molesto en la ciudad, a zonas del Sur de España. La nubosidad que la produjo fue una mezcla de nubes de tipo medio (Altostratus opacus fundamentalmente) y Cumulonimbus embebidos en esa nubosidad poco activa.