19.11.07. Se podría decir, sin ningún género de dudas, que el mayor sueño de cualquier cazatormentas es cazar su primer tornado. En mis 29 años de vida, todavía no había visto un auténtico tornado con mis propios ojos delante de mí. Tal era mi deseo de contemplar este fenómeno de la Naturaleza, que eran innumerables las noches que había soñado con tornados delante de mí; monstruosos embudos nubosos rotatorios que se erguían delante de mí para poder fotografiarlos, o que incluso me atrapaban en sus vientos pero sin hacerme daño. Ya ven… Nuestra pasión por la Meteorología puede llegar a ser tan grande que incluso soñamos con nuestros fenómenos favoritos.
 
Pero la gran virtud del cazador de tormentas es la todopoderosa paciencia; sin este elemento, una buena caza no podría tener lugar. Llegaría a decir que no se podría ni saborear como se merece. A veces podermos llegar a impacientarnos mucho, pero nuestra mayor arma es esa, la paciencia; la espera a que llegue el momento oportuno; nuestro momento.

En mi caso, mi momento llegó el 15 de octubre de 2007 en Salobreña (Granada). Salía de trabajar a las 22 horas y, al meterme en el coche observaba sorprendido que había actividad eléctrica en el cielo. Pensé para mis adentros que nada más llegar a casa cogería las herramientas (cámara de fotos y trípode) y me iría a la playa a esperar la llegada de la tormenta sorpresa. Y eso fue lo que hice. Ni siquiera cené. Invité a mi padre aacompañarme, y así me podría ayudar llevando un paraguas en caso de hacerse necesario, para poder seguir haciendo fotografías aun en presencia de la lluvia.

 
Comenzó la sesión fotográfica… La tormenta se formó encima nuestro. Era un poco esquiva pues los arcos eléctricos saltaban por cualquier punto y era difícil capturarlos con la cámara. Conseguí algunos rayos hermosos…
 
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Al poco rato de comenzar a hacer fotografías se echó a llover. Pero también comenzó a soplar el viento y era imposible permanecer allí. Mi padre me invitaba a marcharnos a casa. Menos mal que no le hice caso y nos pusimos debajo de una marquesina de una parada del bus urbano, en el paseo marítimo. Desde allí seguí tirando fotos como pude, pues el fuerte viento llevaba numerosas gotitas de lluvia al objetivo de la cámara y era complicadísimo hacer las fotos.
 
De repente, a la luz de un rayo, vi nítidamente que de la nube que teníamos en frente se estaba empezando a descolgar una manga marina, un tornado no-supercelular sobre el mar, justo delante nuestro. Comencé a dar saltos y gritos de alegría, de los cuales mi padre se contagió. Pero él tenía un poco de miedo, pues el fenómeno al principio se estaba acercando hacia nuestra posición. Impresionante ver la nube de agua que levantaba en su base, y el rumor del viento a su alrededor. Hacer las fotografías se tornó complicadísimo. Dependía al 100% de la luz de los rayos y relámpagos para plasmar el fenómeno en las fotos, y la lluvia y el viento me ponían todas las dificultades. Aún así algunas fotos salieron correctas a pesar de su falta de equilibrio.
 
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La realidad era que estaba deseando que la manga se nos echara encima, pero la suerte no llegó a tanto… Se comenzó a desplazar hacia el noroeste, avanzando hacia la línea de costa, pero al oeste de nuestra posición. Se desplazaba veloz y el caos de movimiento de los barcos pesqueros era un bonito espectáculo de luces yendo y viniendo, a veces enturbiadas por la nube de agua que la manga levantaba en su base. Al final el fenómeno entró por la zona del Hotel Salobreña y se disipó al intentar escalar por la vertiente de levante del Monte de los Almendros…
 
No olvidaré esta caza en toda mi vida. Os lo prometo. Y ahora, a esperar la siguiente oportunidad. Siempre con toda la paciencia del mundo
 
Fotografías y texto © Pedro C. Fernández Sanz.
©  Cazatormentas.Net 2007.