La mortalidad del coronavirus se acentúa en las zonas con más contaminación: así lo afirma un estudio desvelado por la Universidad de Harvard que ha analizado la relación entre la letalidad del COVID19 y la polución en la atmósfera.

Jornadas atrás os informábamos de la relación entre la transmisión del virus, la temperatura y la humedad relativa, así como de que la contaminación, por sí sola, es un factor que acorta la vida media de las personas, en el global del mundo, en tres años.

Ahora, este trabajo viene a relacionar todos los aspectos, aunque como os avisamos en los otros estudios, entendemos que las conclusiones no tienen toda la consistencia que sería deseada si se hubiera podido realizar un muestreo más amplio en el tiempo y el espacio.

Aun así, os contamos las principales conclusiones.

Más contaminación, mayor tasa de mortalidad

La principal conclusión es que las zonas con más contaminación están registrando una mayor mortalidad por COVID-19.

Según los autores del estudio, una persona que haya vivido durante décadas en una zona con altos niveles de partículas finas contaminantes en su atmósfera, tiene más probabilidades de morir por el coronavirus que quien resida en un lugar con una tasa menor de contaminación por partículas finas.

Por ejemplo, los científicos descubrieron que un aumento de sólo 1 μg / m3 en PM2.5 [partículas] está asociado con un aumento del 15% en la tasa de mortalidad de COVID-19.

La investigación toma como punto de partida, además, que el aumento de las enfermedades cardiovasculares y otras patologías relacionadas con la contaminación entre los años 2000 y 2016 ha provocado que llegue más población frágil al coronavirus.

De esta forma, si no se hubieran dado los niveles de polución actuales, la mortalidad se hubiera reducido en un 10% por cada microgramo por m3 de partículas de PM 2.5 de menos.

Cómo se realizó el estudio

El análisis tomó como referencia las muertes, hospitalizaciones y tests en 3.080 condados (equivalente a nuestros municipios) de Estados Unidos.

El trabajo sustrajo datos de la contaminación por las peligrosas y diminutas partículas PM2,5 medidas en estos condados entre los años 2000 y 2016,

A continuación, trasladó dichos valores y el impacto de la epidemia para ser analizados mediante modelos matemáticos numéricos.

Un aviso para el futuro

Este hallazgo debe tomarse como un aviso para el futuro: el hecho de que ahora haya bajado la contaminación en todo el Planeta por el confinamiento no implica que las personas anteriormente expuestas a atmósferas más contaminadas vayan a sentir una menor sensibilidad al virus.

Al contrario, el estudio sirve para que tengamos la certidumbre del gran daño que la contaminación ambiental provoca en las personas.

La mayoría de las partículas ultrafinas (con un diámetro de hasta 2,5 micras) a los que hace referencia el estudio, provienen de la combustión de los combustibles.

Es decir: automóviles, refinerías y plantas de energía, así como de algunas fuentes interiores como el humo del tabaco.