Mapa isobárico de superficie, 06.02.11, Crédito: MetOffice.

Mapa isobárico de superficie, 06.02.11, crédito: MetOffice.

07.02.11. Durante la jornada de hoy, diversos medios de comunicación, tanto en televisión como en prensa o radio, se han venido haciendo eco de los altos niveles de contaminación que hay en las grandes ciudades del país, como Madrid o Barcelona, achacando la culpa de esta circunstancia al potente anticiclón que domina el panorama meteorológico en casi toda España desde hace varias jornadas. ¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Por qué aumentan los niveles de contaminación cuando reina el anticiclón?

Para ilustrar esto que estamos comentando, hemos elegido el mapa isobárico de superficie del día 6 de febrero de 2011, en el que es posible afectar cómo una marcada región de alta presión, con valores realmente altos como son los 1036 hPa marcados en el mapa, afecta prácticamente a toda España, especialmente a la Península Ibérica. Por otro lado, las bajas presiones quedan al norte, muy alejadas, al igual que el extenso frente dibujado, que coincide perfectamente con la posición del chorro polar en altura, dando forma al frente polar.

Si queremos saber cómo interviene la existencia de un anticiclón en el aumento de la concentración de contaminantes en las grandes ciudades, es necesario saber cuál es el movimiento que realizan las masas de aire en el seno de los anticiclones. Para ello, vamos a servirnos de dos ilustraciones:

Movimiento del aire en un anticiclón. Crédito: INAMHI.

Movimiento del aire en un anticiclón. Crédito: Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología del Ecuador.

Como vemos, el aire en los anticiclones tiende a descender, a la vez que diverge conforme alcanza la superficie. Este fenómeno de los movimientos verticales descendentes de las masas de aire se le conoce como subsidencia. Este mecanismo precisamente es el que evita la formación de nubosidad en los anticiclones, a excepción de los casos de oscuridad anticiclónica, y también es el responsable de la acumulación de los gases contaminantes en las grandes ciudades, ya que impiden que escapen de la superficie.

Otra razón la encontramos en la estabilidad atmosférica que provocan. De este modo, casi siempre aparecen inversiones térmicas en superficie. Y siempre con ausencia de vientos. La suma de estos dos nuevos factores, la estabilidad atmosférica e inversión térmica, más la ausencia de vientos que dispersen los contaminantes, ayudan a su concentración sobre el mismo lugar.

Es muy fácil observar el efecto de esta estabilidad atmosférica sobre la dispersión de los contaminantes. Sólo tendremos que fijarnos en una chimenea que esté emitiendo humo. Veremos cómo el penacho describe una forma de onda, con ascensos y descensos, y cómo el humo termina alcanzando la superficie. ¿Por qué? Pues porque los penachos de humo no dejan de ser burbujas de aire caliente; éstas ascienden siempre que su temperatura sea mayor que la de su entorno, simplemente porque el aire cálido es más ligero que el frío. En este momento, el penacho de humo asciende. Sin embargo, cuando la temperatura de la burbuja se iguala a la del entorno, si no hay un forzamiento externo, la burbuja no asciende más. El penacho de humo seguirá subiendo un poco más, por la inercia del propio ascenso. Al final, la temperatura de la burbuja será inferior que la del ambiente que le rodea, por lo que tenderá a descender de nuevo. En estas condiciones de inversión, los penachos de humo apenas ascienden, y terminan tocando el suelo, por este proceso comentado.

Por último, indicar que algunos gases contaminantes, reaccionan a la luz solar, descomponiéndose, e incrementando su nocividad. Las nieblas también pueden combinarse con los contaminantes, con un efecto similar en cuanto al aumento de su efecto perjudicial en la salud de las personas.