La temporada de huracanes 2020 en el Atlántico Norte sigue batiendo récords. Aunque todavía no se ha formado ningún gran huracán, a estas alturas de la temporada ya se han formado 10 ciclones tropicales. El último en recibir nombre, el que ha llegado a ser huracán Isaias. Tras su paso por Puerto Rico, ha sido debilitado por la cizalladura y el aire seco, bajando su clasificación a tormenta tropical.

Mientras tanto, al norte de las Islas Cabo Verde, sucumbe también la que llegó a ser depresión tropical 10L. Probablemente llegó a ser tormenta tropical durante un corto espacio de tiempo, pero el Centro Nacional de Huracanes de Florida prefirió ser conservador. Ahora también se vigila la formación de un nuevo ciclón al este de las Antillas Menores.

Huracán Isaias, ejemplo de la delicadeza de estos sistemas meteorológicos

El huracán Isaias supone un nuevo ejemplo de la delicadeza de estos sistemas meteorológicos frente a elementos hostiles. En este caso, la cizalladura vertical del viento, y el aire seco.

La cizalladura vertical del viento es el cambio, en su velocidad y/o dirección, con la altura. De este modo, un viento de velocidad creciente sobre un ciclón tropical, provoca que el eje que une sus centros con la altura, se incline.

Como los ciclones tropicales son sistemas que se basan primariamente en la verticalidad, al reducirla, se corta su intensificación o, incluso se debilita. En los casos más extremos, la cizalladura puede literalmente arrancar la convección del centro de circulación de niveles bajos, destruyendo al ciclón en pocas horas.

El aire seco tiene un efecto inhibidor de la convección. Cuando logra infiltrarse en el core o núcleo de un ciclón tropical, erosiona su convección. Su presencia en el sistema se detecta cuando aparecen, en las imágenes satelitales, frentes de racha surgiendo desde el ciclón tropical, y expandiéndose hacia afuera.

Esto ocurre porque el aire seco «roba» calor latente, amplifica las corrientes descendentes y, por ende, destruye la convección que se basa en corrientes ascendentes y liberación de calor latente.

En el caso del huracán Isaias, se produjo una combinación letal de cizalladura y aire seco. Así, el centro de circulación de niveles bajos quedó expuesto. Pero, además, la convección, además de desplazada hacia el noreste, también se vio dramáticamente reducida hasta casi desaparecer por completo.

Sin embargo, la capacidad de regeneración puede ser muy grande, si estos elementos hostiles se relajan… que es lo que ocurrió ayer a última hora, cuando el sol comenzaba a ponerse ya sobre Isaias.

Las tecnologías más avanzadas, en sus aplicaciones meteorológicas, están ayudando sobremanera a entender el comportamiento de los ciclones tropicales.

Gracias a los radares, durante la pasada noche, se pudo comprobar cómo Isaias intentó reorganizarse, sin completo éxito, debido a la continuidad de la cizalladura.

De este modo, un nuevo centro de circulación lograba reformarse en niveles medios, mientras que el de niveles bajos seguía desacoplado, al suroeste del primero. La verdadera regeneración e intensificación hubiera podido llegar si estos centros se acoplasen, permitiendo a la convección ganar organización y formar una nueva pared del ojo (y recuperar la categoría de huracán).

Y siguen cayendo récords…

El huracán Isaias es el noveno ciclón tropical nombrado de la temporada. Y es el noveno más temprano en tomar nombre, batiendo el récord de Irene, del 7 de agosto de 2005.

Los cinco ciclones tropicales nombrados durante el mes de julio, igualan a los formados en el mes de julio de 2005. Es posible que la depresión tropical 10L cercana a las Cabo Verde llegase a ser tormenta tropical durante un breve espacio de tiempo.

De haber tomado nombre, hubiera supuesto un nuevo récord, con un total de 6.

El récord actual de décimo ciclón tropical nombrado más temprano en una temporada lo ostenta Jose, que se formó el 22 de agosto de 2005.

Por primera vez desde que se tienen registros (año 1851), la cuenca del Atlántico Norte ha tenido la formación de dos huracanes en la última semana de julio (25-31).

Agosto marca el comienzo de la parte más activa de la temporada.

Poco a poco la temporada avanza… y nos vamos acercando a la parte climatológicamente más activa. Dada la tendencia de la actual temporada, cabe esperar que el mes sea muy interesante.

El récord de mayor actividad ciclónica durante el mes de agosto lo posee el del ¡¡ año 1893 !! Aquel mes de un año tan lejano, generó 5 tormentas tropicales y 3 huracanes, todos ellos mayores. Generaron entre todos 120 unidades de ACE (Energía Ciclónica Acumulada).

¡Las comparaciones son odiosas!

Como nota personal, nos gustaría añadir para terminar esta entrada, que mucho cuidado con las comparaciones.

La alta actividad que se preveía para esta temporada de huracanes 2020, y que se está cumpliendo con creces, está llevando a compararla con la de 2005 de forma inevitable.

Sin embargo, son muchas las diferencias con aquella. Podemos empezar por la intensidad de los ciclones que se formaron en esta y en aquella: los de 2005, aunque un poco menos numerosos, fueron más intensos.

Y el elemento más destacable, fue el comportamiento de la temporada de 2005 en su tramo final, que es cuando se ‘dislocó’ totalmente.

Los meses de septiembre y octubre, fueron los meses que hicieron única a esta temporada. Pero especialmente el mes de octubre, con la formación de ciclones tropicales fuera de sus zonas habituales. Y ya que hacemos mención de tal circunstancia, incluiremos por supuesto el mes de noviembre.

Fue tal el número de ciclones que se formaron en octubre, que después del reanálisis, se añadieron dos más: la tormenta subtropical sin nombre 11L que se formó en las cercanías de Azores. Ese ciclón, posteriormente, y tras un estudio de investigación realizado por el que escribe y suscribe, sería el germen que sirvió para el nacimiento del célebre huracán Vince en las cercanías de la isla de Madeira (más información en Wikipedia).

Luego hubo otra serie de ciclones tropicales que se formaron a partir de borrascas extratropicales que quedaron aisladas de la circulación general del oeste en bajas latitudes, sufriendo transición tropical. Fueron ciclones ‘raros’, porque sobrevivieron y se intensificaron en aguas teóricamente más frías de lo necesario para la ciclogénesis tropical.

Mención especial a la tormenta tropical Delta, que como ciclón post-tropical, rozó las Islas Canarias, provocando enormes daños en todas las islas.

En definitiva, fue el último tramo de la temporada de 2005 el que la convirtió en única… Así que, por eso decimos, que las comparaciones son odiosas. ¿Quién sabe lo que ocurrirá en el tramo final de la temporada 2020? Ya lo veremos, porque ahí estaremos, como siempre, vigilando…